
Nos hemos acostumbrado a “responsabilizar” a los demás de nuestras emociones, porque sencillamente es más fácil y más cómodo que los demás tengan ya no sólo esa “responsabilidad”, sino la culpa de todo lo que nos acontece.
Empecemos por comprender que responsabilidad y culpa son dos conceptos energéticamente diferentes; de hecho si buscas su significado pueden llegar a ser hasta sinónimos y no se necesita ser muy experto en etimología, para saber que el solo hecho de escucharlas tiene un impacto totalmente distinto.
No es lo mismo decir:
“Me siento culpable por lo que hice”
a decir:
“Me siento responsable por lo que hice”
La carga enérgica disminuye claramente con el uso de según que palabras, porque sí, las palabras y los sonidos tienen mucho poder en nuestro cerebro. Por cierto, poder del que aún no somos conscientes a la hora de usarlas en nuestro vocabulario.
Pues bien, la responsabilidad emocional no es un concepto que se entienda a la primera; a mi, personalmente me costó mucho tiempo entenderlo, y darme cuenta de la importancia de responsabilizarme de mis propias emociones, llegando a la conclusión de la importancia de cuestionarme que sentía para poder gestionar ya no sólo mi responsabilidad, sino cualquier otro tipo de emoción.
Preguntas tan importantes como:
¿Qué siento?
¿Como le llamaría a lo que siento?
¿En que momento emanó esa emoción en mi?
¿Que fue lo que desembocó que me sintiera así?
…
Me iban mostrando el camino para descubrir de manera latente que sucedía en mi, situándome y dándome un aire de tranquilidad cuando quería seguir con mi camino.
No hay una sensación más reconfortante que reconocer que te pasa y gestionarlo, porque el desasociego surge muchas veces de la “perturbabilidad” y del caos.
A lo largo de nuestra vida vivimos una cantidad de experiencias de las que en su mayoría nos quedamos sin saber que fue lo que sentimos; vamos por la vida con una ceguera emocional propia de nuestra evolución y lo que debes comprender es que eso se puede cambiar.
La inteligencia emocional que llaman, no es otra cosa que tomar consciencia de tus emociones, ponerles un nombre y gestionarlas para hacerlas más llevaderas y así poder tener una vida más serena y discernida. Estas son las personas inteligentes del futuro.
¿Quieres aprender a reconocer tu emociones y gestionarlas de una manera mas adecuada?
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Escrito por Erika Zárate Coach Emocional, madre de 3 hijas, especialista en limpiar mocos y preparar espaguetis a la boloñesa en 20 minutos y me quedan de muerte.
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Photo Credit:Hernan Piñera