En los últimos meses han sucedido muchas cosas en el país que nací, y en el que viví hasta mis 27 años de edad, Colombia. Claro, allá me dejé una vida entera, me dejé mi niñez, mi adolescencia, mi familia, mis amigos, mi comida, el olor a tierra caliente.. en fin, ¿Que no me dejé? ..me dejé incluso hasta mis esperanzas.
Esa misma esperanza con la que crecí pensando que en medio de tanta violencia, había que hacer algo, y así lo hice; un día con tan sólo 21 años de edad me convertí en la presidenta de mi calle, debido a la inseguridad que hay en Bogotá, era importante unirnos como comunidad y protegernos unos a otros con ayuda de la que entonces era la policía comunitaria. Así fue, nos organizamos y pusimos una alarma comunitaria, además de hacer algún bazar y demás actividades que hicieron de mi calle el mejor Frente de Seguridad de Bogotá, por aquel entonces.
Fue el comienzo de mi pequeña travesía para colaborar desde mi entorno a hacer de mi país y de mi gente algo mucho mejor, de hecho tuvimos algunos logros como comunidad pero también tuvimos muchas más decepciones, la diferencia de opiniones, la falta de compromiso, las viejas creencias, los desacuerdos entre unos y otros vecinos hicieron que me cansara muy pronto, demasiado pronto diría yo; y así tomará la decisión de irme a otro país, por esta y muchas otras razones.
Ahora a mis 39 años de edad, que vivo en España, que siento tanta nostalgia y que hay tantas cosas que añoro de mi bella Colombia, miro hacia atrás y pienso que me faltaron muchas cosas, me faltó paciencia, tolerancia y constancia, porque con el tiempo he aprendido que todo en la vida es un proceso, que nada sucede de un día para otro y que algo tan majestuoso como el perdón, la convivencia, el respeto, la tolerancia y muchos otros adjetivos son sentimientos que hay que aprender a asimilarlos, a reconocerlos y aceptarlos dentro de nuestros corazones heridos por tanto daño que nos hemos hecho.
Si, esto es como cuando te enamoras de alguien, le entregas todo y esa persona te hace daño, mucho daño y él te pide perdón y tu por todos los medios tratas de perdonarlo, pues tu corazón esta aún resentido y en medio de intentos fallidos, lo dejas, vuelves, lo amas y luego lo rechazas; hasta que un día después de tantos ires y venires, cansada de la inestabilidad que genera tu propia inseguridad, comprendes que para perdonar hay que perdonar de verdad y no a medias, se perdona con el alma, desde adentro, con pureza, con desinterés, como perdona una madre cuando su hijo comete errores, con AMOR desmedido y sin condiciones.
Y ese perdón sólo se consigue cuando se comprende que para vivir en paz, es necesario dejar de ser prisionera primero de tu propio resentimiento, ese que te hace esclava de esa situación, hace que vivas en una lucha interna y no permite que avances; es entonces cuando hay que aprender a SOLTAR esa rabia, cual globo en el cielo, así tu corazón y tu alma se liberan y brota el más profundo vacío y un sentimiento de paz interior, donde goza el alma; donde se refugia el verdadero perdón, ese que tanto necesitamos los colombianos.
Esto apenas es el comienzo…
¡Un abrazo fraterno para tod@s!
Photo Credit: Norma Desmond1
Uff me has puesto los pelos de punta … precioso
Erika de lo mejor que has escrito, se nota que lo sientes
Hola Guapa!!..
Gracias.. ¿Te he dicho que te quiero?.. Un abrazo 😉