Como ya saben algunas personas, me convertí en madre por tercera vez y no me puedo sentir más plena, tener 3 hijos siempre me pareció el numero perfecto.
Y es que la maternidad y la paternidad son de esas experiencias en la que no sabes que significa hasta que las experimentas, como muchas cosas que nos tiene guardada la vida y sólo hasta que te atreves a dar el paso, no puedes sacar tus propias conclusiones.
Eso me sucedió cuando comencé a dar el pecho a mi primer bebita; ese ha sido el descubrimiento más majestuoso que haya podido experimentar, esa sensación de convertir tu amor en alimento es algo incomparable, ya que nunca tuve problemas para amamantar, eso si, debo admitir que al principio como todo, cuesta un poco la adaptación.
También soy consciente de que a no todas las mujeres se les da así, hay quienes incluso deciden no dar el pecho y es totalmente respetable y es que en muchos otros casos también la lactancia puede llegar a ser dolorosa convirtiendose en una tortura.
En mi caso siempre considere la lactancia como algo innato en mi, nunca tuve la menor duda de no hacerlo, eso de alguna manera hace que todo fluya de forma más fácil, la actitud es parte fundamental de cualquier comportamiento, además siempre lo vi como la mejor manera de alimentar a mis hijas y algo que me ayudo a hacer esta experiencia más llevable fue mi total comunión con la conducta de lactar y es que cuando estás en armonía con tus instintos mas naturales todo fluye con normalidad.
Una vez estas adaptada, comienzas a disfrutar de este acto tan bonito, sin mas.. en mi caso se convirtió en la forma más fácil de detenerme en el tiempo, de parar para contemplar esa mirada de ese ser tan pequeñito y tan lleno de vida logrando así conectarme con ella y sus necesidades más infinitas.
Si, esta también fue una de las cosas que me enseñó a ir más despacio por la vida, porque fue ahí cuando comprendí que la vida son estos momentos y muchas veces he llegado a agradecer el tener que detenerme en medio del caos y las prisas para dar de mamar a mi bebe, pues es un espacio de tiempo en donde debo estar atenta a que se enganche bien y se alimente con tranquilidad, en resumidas cuentas se convirtió en un momento para meditar, donde aprendí a disfrutar del aquí y el ahora.
Porque meditar no es solamente eso de sentarse y hacer OM, es mucho más, es disfrutar de cualquier cosa que te guste, sin quejarte, sin pensar, porque lo que para algunas es aburridor y sacrificado, para otras puede ser toda una vivencia sublime, porque para gustos los colores.
Debe ser por todo esto que después de dar de mamar a mi bebita estoy más relajada, más serena e incluso hasta más discernida para continuar… como continúan las olas en el mar.
¡Gracias bonit@ por leerme!
Photo Credit: Israel Young
wow, qué lindo. Gracias.
Un abrazo de una desconocida.
Hola Violeta!
Muchas gracias 😉
Abrazo recibido..
Hermoso! Definitivamente que es así!!… Y lo más sublime es el momento de contemplación mutua y cuando ya tu bebé está más grande y comienza a acariciarte mientras le amamantas…
Hola Mary Ines!
Si es de las cosas más bonitas que he experimentado.. efectivamente a medida que van creciendo el contacto es mutuo 🙂
Gracias por comenzar.. Un saludo!