El otro día hablando con mi madre me dijo; los científicos dicen que el tiempo ahora va más rápido y que los días ya no son de 24 horas sino de 16 horas.. ¡Me quede sin palabras! pensativa.
La verdad es que si te pones a analizar, parece que las personas “van” cada vez más de prisa y digo “van” porque hace algunos años que decidí no hacer parte más del montón, dejar de apretar el acelerador, hacer todo con más calma y a mi ritmo.
Influyeron muchos factores, el cambio de país, mis embarazos, y mi modo de ver la vida.
Cambiar de país fue una pieza clave, porque pasé de vivir en una ciudad tan caótica y desenfrenada como Bogotá – Colombia, a vivir en un pequeño poblado llamado San Vicente en España, es decir; pasé de vivir intensamente las 24 horas del día entre el tráfico y las prisas, a la tranquilidad y parsimonia que brinda un poblado cerca del mar, sin lugar a dudas, dos polos opuestos.
Esto me llevo a darme cuenta que el estilo de vida que hasta ese entonces llevaba era absurdo y nada saludable para mi vida, y pude comprobar como dice el viejo y conocido refrán que : “Del afán no queda sino el cansancio”, porque mis días eran realmente agotadores.
Después la llegada de cada uno de mis embarazos, otra pieza fundamental, pues para nadie es un secreto que es un estado sagrado, donde la lentitud más que una necesidad es un instinto natural para que la vida crezca sana y fuerte dentro de ti; haces las cosas con más atención y serenidad y ni que decir cuando nacieron mis pequeños retoños, ser madre es la mejor terapia para la pasividad y el discernimiento, con niñas hay que ir en definitiva muy despacio, es la única forma de que ellas aprendan cosas, con paciencia.
Estos dos factores influyeron tanto en mi modo de ver la vida, que empecé de forma natural a hacer pequeños cambios, entre esos, aprendí la importancia de hacer pequeñas pausas durante el día, como:
Respiración – 5 min.
Meditación – 10 min.
Comer en familia sin TV – 30 min.
Ejercicio – 1 hora
Actividades que por cierto no suponen mucho tiempo y son más lo beneficios que me traen, como por ejemplo, estar mas centrada en cada cosa que hago, caminar más despacio, evitar esos incidentes del día a día que muchas veces suceden tan solo por el hecho de no estar atenta y con la cabeza en otro lado, además me devolvieron la calma y armonía que había perdido.
Es entonces cuando empecé a borrar la frase: “Date prisa” de mi vocabulario y mas bien comencé a usar; “Tranquila hazlo con calma que yo te espero”, y comencé a disfrutar del presente y a vivir cada momento, en resumidas cuentas aprendí a disfrutar de la vida, sin mas!!
Y tú, ¿Cuando vas a comenzar a hacer pausas en tu vida?
Photo Credit: Murray Foubister
Me gusto mucho el articulo, nosotros un poco como tu de Bogotá a un pequeño pueblesito de montaña en el prepirineo catalan y super felices, al pricipio nos venian sentimientos de culpabilidad por hacer siesta de media hora o 45 minutos.
Tambien es cierto tuvimos que dejar muchas cosas para realizar este cambio, nos vinimos con nuestros hijos de 7 años y 13, el que mejor lo encajo fue el mas pequeño, aqui creció silvestre en una escuela rural de 22 niños una maravilla, aunque a la adolescente le costo mas, hoy vive super feliz y agradecida, no hacemos esto que mencionas de meditar, pero si disfrutamos mucho del bosque durante todo el año caminamos mucho y nos gusta ver y vivir los cambios de estacion, no nos dicen doctor jejeje y eso no nos importa, hemos ganado en calidad de vida!!!
Un abrazo fuerte.
Hola Gloria,
Me encantó lo de la siesta .. jajajaja al principio te cuesta encajarlo, pero cuando te acostumbras a ella.. madre mía! ya no la sueltas.. jejeje 😉
Tranquila que caminar también es una forma de meditar…Gracias por comentar. Un saludo