Ahora en los colegios se ha establecido una actividad que la encuentro además de curiosa, muy importante sobre todo por el impacto que he visto que esto genera en la actitud de mis hijas y se llama, “Protagonista de la semana”.
Pues bien, esta bonita actividad consiste en que un nene de la clase se convierta durante una semana en protagonista de la clase y cada día le supondrá algo diferente, donde tendrá que hablar en público, exponerse y comentar sus gustos, su comida favorita e incluso si quiere ir disfrazado por un día, puede hacerlo.
A simple vista, algo que puede parecer tan tonto; a su corta edad es todo un reto personal y una ocasión especial para hacerse notar; ya que de alguna manera serán el centro de atención de su clase.
Pues bien, esto es extrapolable a cualquier situación que pueda vivir un adulto en su trabajo, en su empresa; también hay empresas que llevan acabo esta actividad como por ejemplo “El empleado del mes” y sin temor a equivocarme el impacto es el mismo.
En el caso de los más pequeños ya no solo porque son pequeños, sino porque las emociones que emanan son exactamente las mismas. Los niños son seres humanos con emociones y nosotros no por ser adultos las hemos perdido, por el contrario ya tenemos la capacidad de etiquetarlas y reconocerlas.
En un mundo en el que cada vez nos volvemos más impersonales, donde nos hemos convertido en números, hacer un parón y ponerle nombre y apellido a cualquier persona que trabaja a nuestro lado todos los días y de paso saber que le gusta, cuales son sus hobbies etc.. es toda una peculiaridad. Además de la importancia que tiene su función por muy simple que parezca dentro de una empresa, pues allí todos son importantes, todos.
Todos deberíamos ser el protagonista de la semana aunque fuera una vez en la vida, para confrontar la timidez, los miedos, para desarrollar las habilidades de comunicador, para empatizar y saber con quien comparto tantas horas de mi vida, para darle vía libre a ese ego que todos tenemos y que parece que es un diablo del que hay que escapar, cuando en realidad, ¡oye!… ser el centro de atención a veces también alimenta tu autoestima y te humaniza.
Recuerda que somos humanos, no somos números, esa es la gran mentira del siglo XXI, una mentira que por cierto que con este tipo de actividades, hace que nos reconozcamos en el otro y que incluso tu entorno se vuelva más tolerante y más productivo.
¡Que tengas un bonito dia!
Escrito por Erika Zárate, Coach Emocional y Entrenadora de Güepa+ Madre de 3 hijas, especialista en limpiar mocos y preparar espaguetis a la boloñesa en 20 minutos y me quedan de muerte.
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