Estamos tan acostumbrados a dar regalos materiales y a esos regalos también materiales que vienen de otras otras personas, porque tal vez muchas personas no han aprendido a autoregalarse momentos, esos que se quedan para siempre en el alma, que te hacen sentir vivo, que son inolvidables y que indudablemente hacen que la vida cobre sentido y que tenga un norte.
De hecho si hablamos de la soledad como regalo cualquier persona “normal” lo vería como algo raro y hasta absurdo, algo de locos, porque probablemente la mayoría de personas están enfermas de eso llamado “prisa”.
La prisa es eso que te hace correr todos días, que no te permite tomarte un momento para respirar, que no te permite mirar a los seres que amas a los ojos, que no te deja detenerte para contemplar y analizar, porque: ..Como se te ocurre ¡NO!!!… que para eso no hay tiempo!
Hay tiempo para pasar horas trabajando,
hay tiempo para estar pegado al móvil,
hay tiempo para ver la TV,
hay tiempo para competir,
hay tiempo para criticar al otro,
hay tiempo para convertir las 24 horas del día en 30,
…
pero no hay tiempo para vivir,
para dejarte llevar,
para disfrutar de cada instante,
para eso no hay tiempo.
Pero no te preocupes, que si no tienes tiempo para regalarte un poco de soledad, la vida en su inmensa sabiduría de golpe y porrazo te la regalará y no sabrás que hacer con ella, “ese gran desconocido” es entonces cuando al principio te asustarás, luego la reprocharás, luego vendrá la aceptación, la reflexión y finalmente el aprendizaje.
Y aprenderás que no hay mayor regalo que estar a solas, en silencio, reflexionando o en el mejor de los casos haciendo uso de ella, ocupando tu mente con aquellas actividades que te apasionan y que te devolverán la vida, porque la vida sólo se experimenta en los momentos de soledad, cuando estas contigo mismo, acompañado de ti.
Así es de que no esperes que la vida te lo regale, ten tú la iniciativa y regálate algo de soledad, tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.
Photo Credit: Daniela Peña