Estamos viviendo una nueva era, una época de la que nuestros nietos hablarán como se habló en su momento de la revolución industrial; ahora estamos pasando por un momento histórico del que poca consciencia se tiene y se llama la revolución de la comunicación.
El internet llegó sin duda para quedarse y revolucionarlo todo, esto ha tenido un impacto muy fuerte en nuestra conducta como seres humanos; sin duda alguna, nuestro comportamiento ha cambiado a la velocidad de la luz en tan sólo 15 años aproximadamente.
Por ejemplo, los adolescentes poseen más información a solo un click de la que tuvimos en su momento nosotros los cuarentañeros y eso cambia enormemente las cosas, pues a una edad muy temprana ya se vuelven esclavos de la inmediatez; pero al mismo tiempo van emergiendo nuevas generaciones, nuevos prototipos de seres humanos, más modernos, mas descomplicados y menos protocolarios.
Sin lugar a dudas ya no somos esos cuarentones de antaño; somos una generación con fuerza, identidad y autenticidad los cuarentañeros, los cincuentañeros, los sesentañeros y hasta los setentañeros; ¡todos! hemos llegado para quedarnos.
Hemos nacido sin darnos cuenta y sin pedirlo, como consecuencia de una transfomación inevitable.
Somos de esos que vemos la vida de una forma diferente,
no somos muy amigos de las normas,
hacemos cosas con rebeldía pero con el fundamento de la experiencia,
vamos rompiendo viejos paradigmas para darle pasos de libertad a las nuevas generaciones.
Somos de los que empoderamos y no empobrecemos,
somos de los que abrazamos en vez de reprochar,
y en vez de zapatos elegantes y pesados,
preferimos unas cómodas y livianas zapatillas
para correr junto a nuestros hijos bajo la lluvia en esos días de llegadas tardes al cole.
Somos niños en cuerpos adultos que disfrutamos con la misma intensidad de cada instante.
Hemos desarrollado una paciencia infinita a la hora de educar,
porque conocimos lo que es la mano firme y la dureza.
Somos una generación que llegó para quedarse,
para romper y estabilizar nuevos patrones de conducta,
una generación con alas grandes y fuertes,
porque cuando cumples los 40 te das cuenta de que
nunca es tarde y siempre… ¡siempre se puede volver a empezar!
¡Bienvenid@s a esta nueva generación! 😉