Comienza a trabajar tu merecimiento

Cuando te has criado en un ambiente limitado y disciplinado pocas son las libertades permitidas y muchos son los obstáculos mentales establecidos, límites que por cierto también padecieron  tus padres, lo que termina convirtiéndose en un circulo de patrones de conducta repetitivos de generación en generación.

Tanto así que no llegas ni a cuestionarte muchos de esos comportamientos y mucho menos de los límites mentales impuestos por la educación que has recibido, por tanto, pasas toda una vida  dandole un poder continuo a lo que está establecido.

Hasta que llega un momento en el que pasas por momentos difíciles que tienen un límite y que te hacen replantearte tus creencias y cuestionarlas desde tu sensatez, buscando respuesta a cuanta pregunta te va surgiendo llegando a la conclusión que indudablemente hay algo que está fallando para volver a caer en la misma piedra.

Esto sucede de forma inconsciente y por una cuestión de supervivencia y de entendimiento empiezas a prestar atención a los que tantas veces se repite una y otra vez y que se hace pesado.

Es entonces cuando empiezas a revisar y analizar qué está obstaculizando tu camino, qué está sucediendo para que las cosas no se den y comienzas hacer una introspección y a mirar hacia dentro y si te has dado la oportunidad de compartir esto con un terapeuta, profundizará en tu situación ayudándote a descubrir tus creencias limitantes.

Las creencias limitantes son ideas impuestas con las que hemos crecido y que son modificables con un trabajo conciso y continuo.

El no merecimiento es una de ellas, es una creencia que  por cierto ha estado muy arraigada en una sociedad que siempre ha vivido en la precariedad y en la culpa, y estas dos emociones se pueden trabajar desde la aceptación y desde el amor propio, pues amarte a ti mismo es sentirte merecedor de todo cuanto se te ha dado y que muchas veces has rechazado por miedo a no merecerlo, a no sentirte digno de recibirlo.

Entonces bien, una vez detectas tu “emoción” estancada, la aceptas y empiezas a permitir que todo fluya desde tu sensatez, todo va adquiriendo otra forma y otro color, desde luego no es de un día para otro, es un proceso arduo y continuo pero no imposible.

Y cuéntame ¿Tú, ya comenzaste a trabajar tu merecimiento? 

Photo credit: Carlos

Escrito por Erika Zárate Educadora Emocional y madre de 3 hijas.

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