Tu tristeza no necesita antídoto sólo necesita ser manifestada

¡No llores más! Si no lloras más te voy a dar un dulce.

Esto seguramente es lo que has vivido desde muy pequeño, has aprendido a acallar tus tristezas y de una u otra forma a no darles importancia, ya que se da por hecho que un niño llora por que sí,  porque le apetece llorar sin razón alguna.

Es ahí cuando te has acostumbrado a normalizar la contención de esta emoción, es decir; has aprendido a contener la tristeza, porque si de entrada escuchar el llanto de un niño es molesto, como para qué, alguien se va a tomar la molestia de saber que le pasa, porque total es un niño y los “niños lloran por todo”.

Entonces ni te molestes en preguntarle que le pasa. Además cuando el niño es mayor de 3 años por lo menos puede contestarte porque puede hablar, pues un bebé directamente no habla, sólo se comunica a través de la manifestación de lo que siente y nunca te lo va a verbalizar.

Entonces, empecemos por el principio, por comprender que el llanto es la única forma de comunicación de molestia de un bebé. 

Un bebé, jamás te va a decir lo que siente sencillamente porque no puede, porque no sabe hablar, lo que se traduce a un lenguaje no verbal puro y duro entre la madre y la criatura.

Esta etapa es imprescindible para reforzar la autoestima de una persona y lamentablemente es cuando menos se les escucha, dando por hecho que “llora porque sí” y pasando por alto su emoción sin atenderla conscientemente y no dándole importancia debilitando así su autoestima, ya que el bebé deduce que por mucho que manifieste su malestar a nadie le importa entonces no se sentirá “escuchado” ni atendido.

Sin contar con las secuelas que esto tiene para la autoestima de las personas desde una etapa tan temprana ya que se queda como una conducta repetitiva y que se alarga hasta la adultez.

En cambio, cuando un adulto llora se le entiende, se le abraza, se le pregunta: 

¿Porqué lloras?

¿Qué te pasa?

¿Cómo te puedo ayudar?

En cambio, cuando es el bebé el que llora aún en medio de su fragilidad y de su inocencia, ni siquiera se le da importancia. 

Para sanar las heridas emocionales de un adulto es importante escuchar y atender el llanto en su etapa lactante.

Un bebé que se siente “escuchado y atendido” cuando llora, es un bebé que crecerá comprendiendo que sus emociones son importantes y como persona también. 

Por eso la tristeza no necesita antídoto, no necesita dulces pasajeros que tapen la realidad.

Lo que necesita es que la detectes, que la verbalices, diciendo: «estoy triste».

La tristeza necesita que la manifiestes llorando si es necesario, 

que la vivas como lo que es, tristeza

y que no te comportes con sonrisitas tontas,

con comportamientos antinaturales, disfrazando tu sentir.

¡Anda! llora como ese bebé que tiene hambre, 

llora con garra, sin piedad y sin vergüenza 

porque es cuando menos necesitas sonreír, 

lo que necesitas es llorar y llorar con fuerza, 

con sentimiento para vaciar lo que llevas dentro, 

llorar sólo o acompañado, pero llorar para limpiar el alma, 

para quedar vacío, para darle cabida a la serenidad y al silencio

para quedarte aletargado viendo cómo continua la vida.

 ¡Que tengas una bonita semana! 

Photo Credit: Adolfo Honorato

Escrito por Erika Zárate Educadora Emocional y madre de 3 hijas.

Especialista en limpiar mocos y preparar espaguetis a la boloñesa en 20 minutos y me quedan buenísimos, y últimamente me he convertido en maga, porque convierto el tiempo en vida.

Me encanta ESCUCHAR, si quieres comentarme algo ponte en contacto conmigo.

La toma de contacto es GRATIS, su duración es de una hora mas o menos, donde podrás contarme tu sentir y a partir de ahí­ podemos continuar con un proceso de acompañamiento que cambiará la perspectiva de la forma del «cómo y para qué» te suceden las cosas.

WhatsApp 6 20 47 34 82 (España)

Email: hablemos@erikazarate.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *